El Gusano

 

En la Ciudad de Buenos Aires hay aproximadamente 12.000 manzanas, que son frutos de un entramado asombrosamente regular. Se estima que viven 3 millones de personas, las que de estar uniformemente distribuidas promediarían 250 por manzana. La densidad de población en los barrios más consolidados es, sin embargo, muchísimo mas alta y las manzanas superan con holgura el millar de almas.

 

El Gusano

Tapa y contratapa de la novela

Una novela urbana por R. P. Browne

El Gusano

Cuando el señor G compró el 4C de la calle Larrea 1375, contiguo al suyo, decidió no revelarle a nadie la adquisición. No tenía razones para ello, se dijo, pero tampoco una de peso para hacerlo. La posesión de un pequeño secreto le parecía casi un juego de chicos, como ver quien aguanta más tiempo bajo el agua sin respirar o quien pestañea primero. El sabor de la picardía le sirvió para atenuar los resquemores de su conciencia conyugal que no tardaron en hacerse presentes. A fin de cuentas, razonó, bien podría anunciar la reciente inversión más adelante o incluso presentarla como regalo de aniversario a su esposa. La verdad es que el señor G no tenía ni la más remota idea de por qué había comprado el departamento. Siendo un miembro prominente del ramo inmobiliario sabía que no estaba haciendo esta vez un gran negocio. Es más, sus años de experiencia en el mercado le desaconsejaban invertir en una propiedad que nada tenía de especial y estaba ligeramente sobrevaluada. El barrio no atravesaba auge alguno y la demanda de unidades al día se concentraba en sectores menos consolidados de la ciudad con mejor potencial en el mediano plazo. Inversamente, proyectando esta clase de especulaciones sobre sus ricos clientes había logrado incrementar el caudal de negocios en la empresa familiar que ahora le pertenecía, y, por supuesto, su propio capital. La operación se realizó en los términos habituales para grupos de inversores anónimos, a través de una figura societaria que en este caso solo lo agrupaba a él. Y todo el papeleo que podría ser un molesto laberinto de cláusulas, firmas y sellados para alguien corriente, fue fácilmente derivado a una secretaria y al escribano de la firma. Para éstos se trató de un expediente más en un fichero que ya contaba con numerosos folios para sociedades de fantasía que mencionaban al señor G como apoderado.

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Información sobre el trabajo de RP Browne por favor contactar al artista a: rodrigo@rpbrowne.com